En la temporada escolar, los niños están en período escolar en donde tienen acceso a la educación, actividades dirigidas a su desarrollo, y espacios que ayudan a socializar y relacionarse. Pero al llegar el receso de verano, todos estos estímulos quedan pausados hasta el nuevo comienzo de ciclo lectivo.
Una gran oportunidad para ocupar este tiempo disponible, son los Campamentos de Verano que son organizados fuera del marco escolar y familiar, en donde se promueven valores y experiencias, a través de la inclusión social de los niños participantes.
En el artículo 31 de la Convención sobre los Derechos del Niño, los Estados Partes reconocen el derecho del niño al descanso y el esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad. Este hecho se tiene muy en cuenta en la programación de actividades que se realizan en dichos campamentos. El ocio y tiempo libre es fundamental en el desarrollo personal del niño y en cómo estructura las relaciones con su entorno ya que favorece la socialización y proporciona una educación en valores óptima.
El niño tiene derecho a jugar, pero la realidad actual de la infancia en torno a las nuevas tecnologías y los sobre estímulos generan una cierta preocupación en la que es necesario tomar acción.
La influencia de la TV, celulares y todo tipo de dispositivos tecnológicos, son factores que impiden que las actividades de ocio y tiempo libre se planteen como espacios de juego estables donde se posibilita a los niños las condiciones para favorecer su desarrollo y autonomía personal, así como la mejora en las pautas de socialización y respecto a su entorno.
La asistencia y participación de los niños en los campamentos tiene un efecto positivo muy importante para mitigar los efectos de baja autoestima, y favoreciendo la habilidad de socializar y compartir espacios con otras personas en armonía y con disfrute.
Fuente: https://www.savethechildren.es/
